martes, 4 de febrero de 2014

DRUNKBUS

La primera, acompañado por mujeres sobrias;
la segunda, en ayunas;
la tercera, con ganas de orinar;
la cuarta, asumiendo que empalmaba;
la décima, bajo el influjo de un sueño frágil;
la decimoquinta, pretendiendo leer una revista;
la vigesimoséptima, con retortijones de Ferran;
la trigésimo tercera, garabateando al intentar escribir;
la cuadragésima, con una infernal puerta trasera que no cerraba bien;
la quincuagésimo primera, empujado por sudamericanos;
la quincuagésimo tercera, despatarrado con la bragueta abierta;
la sexagésimo quinta, en los asientos de cuatro, frente a un hombre que no se perdía un escote;
la septuagésimo segunda, triste;
la septuagésimo novena, martirizado por el aire acondicionado;
la octogésimo tercera, de pie, fallándome las rodillas;
la octogésimo séptima, despertado por el temblor de las ventanas;
la nonagésimo novena, dándome en la nuca con la barra en los asientos plegables;
la centésimo tercera, con ganas de ir de vientre;
la centésimo octava, me pasé hasta Campoamor;
la centésimo undécima, sudado;
la centésimo decimoctava, sosteniendo una lata de cerveza que no me pude acabar;
la centésimo vigesimotercera, soportando el barullo de un móvil;
la centésimo trigésimo cuarta, con el bus hasta los topes;
la centésimo trigésimo novena, tarareando mentalmente "This is my happy hour";
la centésimo cuadragésimo segunda, tras haberme dormido en la parada;
la centésimo cuadragésimo sexta, odiando a todo el mundo;
la centésimo quincuagésima, aún de día;
la penúltima, con "It must have been love" sonando en la radio del conductor;
la última, una larga y hermosa nariz.