domingo, 4 de septiembre de 2022

BEBIENDO AGUA POR SUPERVIVENCIA

(setembre 2008)

El tren no hace chu chu!,
ruge como rasgado por las vías,
con aire acondicionado condicionado por el chófer,
sin rastro de bandidos ni Buster Keaton.
Bebiendo agua por supervivencia,
cómo no pensé en ello en el comedor?
hay gente haciendo filigranas para lubricar sus vidas,
hay plantas en las ventanas de los jefes de la estación.
El sueño se ve delatado por el silencio,
cuelga ropa casi desprendida de las rocas de Valls,
el revisor se pasea sin tenerme en cuenta,
en casa ya desplegaron los controles de rigor.
Ahora mismo, estamos atrapados en la existencia,
y si el tren descarrila, que enfile hacia las grutas de la mina,
no hay polvo más narcótico que el carbón.

Buzón petado entre los impecables,
salpicones de cemento en la pared,
ondean las banderas, saludan los problemas,
rotondas para no girar,
chupas de cuero con musgo húmedo entre la solapa del cuello,
pellizas, tejanas y bufandas por doquier,
no se agota, no trasciende,
llueve con pereza.
Plástico triturado junto a las vallas,
calaveras ataviadas de doncellas,
cerveza por la manga, manga por lamer,
narices que gotean con urgencia,
escalofríos al anochecer,
no soy serio, no soy eufórico,
como el que gana por la mínima pudiendo aplastar.

Los latidos de los bafles retozan salvajemente con mis oídos,
el desvarío se ha adueñado del personal,
soy el único hombre sobrio que no es un psicópata,
y solo puedo garantizar lo primero.
Ya te peleaste con las puñetas de tu jersey,
ya desatendiste con naturalidad a los necesitados de estímulos,
estoy lejos,
lo suficiente para solo ver resplandecer el fuego del mechero en tu mano,
cada segundo se escurre de forma banal,
tienes alguien que te quiere,
alguien que se ha masturbado todo el verano por ti,
pronto vuelve,
comerás perdices,
a mí aún se me escapa el secreto de los fogones,
y, como puedes leer, los latidos aún no han destrozado la neurona en la que habitas.

El tren no hace chu chu!,
chilla como espoleado por la catenaria,
con DVDs rallados proyectados por el chófer,
sin rastro de Dumbo ni brujas.
Bebiendo agua por supervivencia,
cómo no pensé en ello en el Opencor?
hay gente adoptando posturas para lograr desterrar sus vidas,
hay rúbricas grafiteadas en los muros de cada estación.
Los oídos zumban sin cesar,
no estoy viendo el paisaje, estoy notando la sinergia del vagón,
el revisor esta vez no pasa de largo,
a puerto no ejecutaron los controles de rigor.
Ahora mismo, estamos capturados por la existencia,
y, si el tren descarrila, que se hunda en las cañerías que van bajo el mar,
no hay brisa más histórica que el gas.