miércoles, 2 de diciembre de 2015

COMO CADA AÑO

(01 de enero del 2006)

Entre el ponche y los Led,
grava blanca,
Nastassja Kinski en la pared,
mi primer sueño loco circulando por la sala,
un revólver ya vacío,
pero fue la primera bala,
y eso siempre marca.

Ella, tan divina,
con su vestido de china,
o de japonesa,
no me interesa,
pero ahí permanece,
un comienzo extraño,
como suele pasar,
como cada año.

El suburbano
es un narcótico letal
para la confusión de mi estar;
los jóvenes ríen,
pierden la vista en los trenes,
como malecones sin nuevas visitas.

Dos mil seis
sólo para los que no veis
que fue una noche normal,
excepto para el control,
clembuterol,
botas de punta,
dos pasos de baile,
y relaciones que son un soplo de aire fresco.

Y, como cada año,
juro yo
que no frecuentaré esos lugares indómitos,
juro yo
que no volveré a levantarme entre vómitos,
yo,
que no creo en juramentos
ni tampoco en lamentos,
sólo en ojos serios
que ya no sienten daño,
un poco más precavidos
después de cada año.

Cierran el local
y hay un viejo que blasfema
que su noche es un dilema,
le abrazaron con preguntas,
y no hubieron respuestas,
dice “¿sumas días o restas?”.

No sé muy bien lo que pasa,
al parecer, estoy en casa,
y creo constatar
que me ha crecido el miembro
ante el espejo del baño,
serán los soles que siembro,
como cada año.

NOSTALGIARGH!

(octubre-noviembre 2015)

Estoy harto de los niños que jugaban en la calle,
del monte que precedió al cemento,
y de los primeros álbumes de las bandas de música.

Hasta los cojones de la Nueva York peligrosa,
de la Berlín barata y enrollada,
de la España que cruzaban entera las ardillas.

Me la pela la Barcelona canalla,
la Barcelona preolímpica,
la Barcelona provinciana.

A tomar por culo Zeleste,
la Paloma,
el Palau d'Esports;
el Rex,
el Casablanca,
los Lauren Horta.

Frito me tienen las calas que eran vírgenes,
la Coca Cola de dos litros en botella de cristal,
el porno de los setenta.

Basta ya con la abundancia de hogueras y petardos por Sant Joan,
las aceras de adoquín,
los platos que cocinaban nuestras putas madres.

A cascarla el fútbol en abierto,
los equipos de baloncesto de las naciones escindidas,
las Olimpiadas sin profesionales.

Matarile a los testimonios,
balas de plata a las edades de oro,
alzheimer a las memorias.
Tartazos a los aniversarios,
epitafios para los homenajes,
cianuro dentro de las nostalgias.