jueves, 30 de octubre de 2014

EXORCIZANDO ÁNGELES

(agosto 2006)

Navegando entre la frustración y la resignación,
veo el destino saludando desde el rompeolas,
sal incrustada en el paladar, pies cortados.

Agosto,
un exordio a lo peor,
yo con mi azafrán,
ella, hinchada como está,
se deja de segundos platos,
me lanza a la basura.

Angosto
es el camino a su salón,
embriagador en sus acabados,
invita a dejarse llevar,
hay una puerta al final,
y creo no poder abrirla.

El mosto,
ya es momento de olvidar,
lleno el vaso, salivar,
tomo más de la cuenta,
es el punto que atrapar,
me desmaya alcanzar.

Soy el novio de la muerte
sin querer ser legionario,
más oscuro y perdido
que el Lobo Estepario,
se mea encima la suerte,
cuelga de mí el mal fario.

Espero declaraciones y recibo confesiones,
no me incordian,
pero no es lo que quería oír.
El dietario de mis sensaciones huelga sucio, desatendido,
garabateado por los bordes,
vacío de contenido.

Cada uno busca su consuelo, su salida,
te recuerdo y me resbalo en el hielo, me juego la vida,
pero, ¿y qué?, es lo mínimo,
¿no fue así otras veces?
que no me perteneces,
pero lo intenté.

"Nunca debí acercarme al fuego con las manos descubiertas",
pienso mientras soplo,
aún la visualizo en el mirador,
sus uñas arrastraban tanta mierda
que se rascaba el ojo con los nudillos,
el viento me encrespaba,
sonaban cuerdas de un amigo,
homenaje a las penurias de mi vida,
pues me cruzaron contigo,
y ese borracho que entonaba:
"enamórense, que después no hay para tanto".