miércoles, 17 de octubre de 2012

RÉQUIEM POR UN VERANO QUE SE ENFRÍA EN OTOÑO

Ya se acercan, invierno, los mordiscos de tus noches
y las goteras estacionarias en el tabique nasal,
las Xibecas consumidas proliferan junto a las verjas del metro
en lugar de a los pies de los bancos.

Te han dejado el barrio precioso,
sí, quizá ya sin el encanto que le veíamos los que no vivíamos allí,
canalla y auténtico,
e insoportable.

Busqué la poesía de los bares de viejos, y sólo encontré horror,
mentiras soltadas a viva voz, ignorancia, y represión,
ruidos de tragaperras serpenteando entre mantras televisivos,
hombres saboreando con el estómago todo lo que ingieren,
el eco de su euforia llega a la calle,
y, viendo a un borracho ensuciándose la cara contra la persiana metálica de una frutería, sólo puedo pensar:
"(hasta el próximo año, melocotones!)".

En algún lugar, una presentadora de telenoticias da un golpecito sobre la mesa con sus papeles mientras se despide,
bailarinas de ballet corren de un lado hacia el otro de puntillas,
los nativos reciben a los conquistadores
diciendo: "al menos, concédeme este baile",
un rostro empapado no se seca, por más toallas que utilice,
un ciego camina arrastrando su vara,
en los hospitales empiezan a robar sangre a los pacientes vegetales,
alguien intenta equipararse a Melville presentando al Capitán Ahab,
están esas montañas y montañas de dinero teórico.

Dicen que hay mucha frustración y desdicha,
y más que habrá,
pero, mientras haya sentido del humor,
su resonancia aturdirá al vacío.

La vida es un combate
de peso pluma contra peso pesado.

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