viernes, 28 de agosto de 2015

SURFEANDO SOBRE MI CAPARAZÓN

Entiendo al viejo decrépito
que apostó su dignidad por otro soplo de tu encanto,
pues tú eres, sin duda, más convincente
que estas molestas evidencias que nos separan.

Te despediría con un beso corto en la parada del nocturno
porque los autobuseros nunca esperan a los besos largos;
creo que deberías tener dos novios,
aunque entiendo que aún no estamos en el siglo XXII;
ojalá te descubra muchos defectos
para así quererte aún con más convicción;
y volvería a pararme a mitad de carrer de Bellver
si gimiera de nuevo esa vecina.

Espero que tus sueños tengan algo de pesadilla,
yo soy así,
y así me están apartando,
y así me abrazarán.

Me la suda todo
me la suda menos que nunca.

Esas parejas aburridas
por todos los rincones de la ciudad,
que se maten ya entre ellos.

¿No tienes una hermana gemela?
bien, sabemos que no sería lo mismo,
y es que, si llegado el día, no lo acepto,
será porque tu amor es resignado,
hecho de papilla de sentimiento,
feo, risible, apolillado.

El tiempo me clava agujas de dos en dos,
yo me las quito de una en una,
y mi piel tierna aunque marcada es la demostración
de que pienso salir adelante,
pero nunca sobreviviendo.

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