(febrero-mayo 2020)
He visto a las peores mentes de mi generación
liderar el horror masificado,
levitando en fin de semana por los barrios de clase alta
y emitido en cadenas televisivas de clase baja,
niños bien al servicio de un engranaje
revelado en conversaciones entre adultos
durante cenas en terceras residencias veraniegas
maridadas con brisa exacta y el frescor del goteo por la espalda de medias melenas mojadas,]
con el mar de fondo desde terrazas de urbanizaciones cercanas a la par que alejadas de los pueblos costeros,]
o en festivales musicales en castillos privados,
que desnudaron sus cerebros en los bolsillos de Él,
vieron cuerpos sinuosos alquilados bajo luces de neón,
y pasearon por las universidades con radiantes ojos imperturbables,
donde fueron aceptados con discreción
para absorber la retórica de los maestros de la guerra.
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