viernes, 1 de enero de 2016

ESTO ES DEVOCIÓN

(febrero - noviembre 2009)

Se acercó cuando estaba sentado en el suelo, sólo para poder decir que una vez me tuvo a sus pies,
intentó mantener una conversación que yo sólo hice fluir por momentos,
señaló hacia un grupo de gente, y ella no miraba, pero no estaba de espaldas,
fuimos, hablamos, los fotogramas salían por mis orejas,
me juré olvidarlo del todo, como siempre que me es imposible.
Dos meses más siguió acompañándome a algunos sitios,
"sabes? cuando hay química, las personas somos un cero a la izquierda,
solamente hacemos encajar las piezas"
,
acertó a decir con intenciones equivocadas,
ella, que recién había llegado, se acercó a saludarnos,
me fijé en los sarpullidos por el borde de sus labios,
dije: "quizá deberías decirle a tu novio que se lave la boca más a menudo",
su reacción: "¿tú eres tonto o te pasa algo?",
y pensé: "(por qué diré lo que pienso?,
y más con lo encantadora que es, la amo!)"
.

Sentada justo de espaldas junto a la puerta del café,
el sitio ideal para encontrarse a la gente cuando se tienen que marchar,
a mi me reclamó a viva voz,
y ya le dio otro ataque de hipo al corazón.
Me explicó que los vicios de la podredumbre pueden con los lastres de la dignidad,
que los criminales siempre responden con más rapidez,
un gato durmiendo en la jaula del canario,
y si pierdes hoy, mañana van a hacer trizas de ti.
No pude evitar agarrarla con la mirada,
ella me hizo una llave con la suya,
me disculpé sin saber por qué,
ella dudó, para el final, responder:
"hay algo que has de entender,
hay cosas de las que no conviene hablar, y otras que no has de saber"

y yo: "(guau, qué frase! la amo!)".

Desorientado entre turistas de una isla nocturna de placer,
ella vino al rescate escoltada por un desconocido,
estaba constipado, y parecía sentirse fuera de lugar,
volví a mi cerveza, y él a su pañuelo,
me escondí, les espié en lo alto, bajo un arco, junto a unos descamisados,
eran gramos de sosiego en un manjar humeante,
dos sombras que se fundieron en el horizonte,
la descongestión era imparable,
sus besos, más dulces que nunca.
A la salida, dormía con los ojos abiertos y asintiendo mientras ella y el mocoso seguían a lo suyo,
el alba avanzaba por el este, y amenazaba con derrotarnos,
me llamó por mi nombre, atendí como si nada,
y ella: "te gusto, ¿verdad?",
y yo: "(toca ser valiente) sí",
y ella: "ves? se enamoran de mi, no pueden evitarlo!",
yo ofendido, pero en realidad: "(guau, qué perra! la amo!)".

Y si hablo de mí, hablo de lo que puedo contar,
que el sarcasmo no es postura, es sentido común,
conocí a un señor en mi interior que me explica cosas que nadie más me explica,
y no deseo morir, sólo me da igual.
No sé si digo más en castellano o catalán, pero miento en ambos idiomas,
lo peor de despreciaros es que también necesito compañía,
y no diría que el aspecto es un aspecto que me la trae al pairo,
pero mis prioridades son tan inabarcables que no hay manera de tenerlo en cuenta.
Esgrime que ser tan cerebral es no saber vivir,
respondo que ser espontáneo es actuar basándose en los propios prejuicios,
acude a la ciencia y a los malos augurios respecto a la salud,
me escudo en que eso es fantástico bajo mi punto de vista,
deseo que no termine preguntando si hay algo que valga la pena,
y me pregunta: "entonces, ¿qué te parece que valga la pena?"
y yo: "tú, antes de preguntarme esto".

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