miércoles, 11 de septiembre de 2019

FLOR A LAS PUERTAS DE UN INVIERNO

(2008-2009)

Qué ha ocurrido contigo?
ahora eres de las que no se acercan a los hombres cuando están con alguien;
qué temes descubrir?
qué temes desear?
por qué antes vivías y ahora intentas existir?

Hablar de las cosas que van mal es desagradable,
es desagradable no poderlas negar;
solo me interesa lo que no funciona,
sea el mundo, las leyes o nosotros dos,
pero no me creo que te resulte violento lo que surge cuando conversamos,
pues si hablamos sobre entrañas, deduzco la conversación es entrañable,
y tú siempre te quejabas de que un conversador fuera banal.

Esperando noticias tuyas como la sangre en un cadáver caliente,
mis sentimientos agitados se están volviendo a encauzar
en una decepción que recoge el dolor de lo que ya no ilusiona;
antes, vas a tener que pararme los pies,
siempre me costó reaccionar y ahora mi ritmo es inaceptable,
no hay maneras de descifrar al amor,
ser cazado por su alquimia es monstruoso.

Entonces, es verdad, no? Qué frío hace!
con lo poco que me gusta y cómo me sé desenvolver,
como nacido ayer como agua congelada,
y a eso juego, a que pase otra temporada,
el dolor se respira,
reprimirse es otra forma de sufrir.

Siento que eres motivo suficiente para renunciar a ciertas cosas,
para encontrar bizarramente interesantes los residuos de tus sueños,
creo que tus morros se deben entumecer tras el tercer beso,
y quiero que me admires, no sea cierto que no te gusto,
así siempre te puedes precipitar.

Y decides especular, tienes un colchón de afectividad,
yo echo el resto sin ambiciones recíprocas,
dejarte querer hasta verme desistir,
es algo que te permite el convencimiento de que controlas la situación,
y es así desde que me entregué.

Lo más estúpido de este romance unidireccional
es que las carreteras siempre se pierden hacia dos sentidos,
y todo el sentido estaba en la anterior salida;
es normal que todo parezca más claro al perder la perspectiva de las cosas,
el suelo queda más cerca que el horizonte.
No obstante, yo sigo plantándote cara,
ahora tendrías que pincharme, no sacudirme,
pero tú quieres hacerme pagar mi sinceridad,
cuando yo solo digo que a mí no me pasa.

Cobarde, mira que eres cobarde,
suena a hablar por hablar, pero es la realidad,
si no lo haces, lo lamentarás,
lo verás justo antes de morir;
y si no, es que ya moriste, y solo dejas de existir.
Lo peor de todo es que yo ni tan solo te diría que sí,
soy aún más cobarde que tú,
así que estamos juntos por la dinámica de la idiotez,
yo, seguro, más idiota que tú,
pero dos idiotas, al fin y al cabo,
idiotas inseguros e indecisos.

Va a terminar el invierno que estás logrando superar,
y he de soltar este lápiz si quiero podar,
pero, si tengo que escoger, sé de quién me puedo fíar:
las palabras se quedan, y tú te vas.

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