lunes, 9 de septiembre de 2019

HISTORIA DE UN BLOQUEO

(2008-2009)

No te dejes cortar las alas, ángel,
curioséame sin entregar nada a cambio,
esto es lo que hay, no te quiero engañar,
no te trataré bien porque no pretendo hacerlo mejor,
gruño para que te quede claro el peligro de exponerse,
otras ya usaron su picardía
y mis golpes dejaron señal.

Cruje el bello envoltorio de cualquier caramelo,
pareces valorada, tan referenciada en elaboradas letras,
pero solo es fachada, la humedad se adueña del interior;
hay alfombras deslavazadas y camas calientes,
habitantes con síndrome de Diógenes reforzando los pestillos con fijadores.

Cual órgano rechazado en un cuerpo diezmado,
juntos sería mucho mejor, pero solo funciono por separado;
la incapacidad de querer lleva a un colapso demencial.

No, ángel, no te dejes desplumar,
nadie sabe lo que te conviene, vigila mucho con quien vas,
es un engorro no entenderte del todo,
sé que me pierdo lo mejor,
pero no pienso engañarme ni quiero que te sometas.

Oye, están muriendo hombres,
a estas horas nadie pasea,
te lo cuento aunque sepa que dejaste la ciudad,
no hago daño a nadie si improviso tu compañía,
ya lo hacía cuando podía tenerla.

Será por los meses que nos observamos,
por eso las prisas estuvieron a punto de vencernos,
el temor tuvo esta vez verbo más ágil que la debilidad,
y solo sé de buena fe que yo me di cuenta.

Duermen mendigos en el cubierto de piedra de la explanada,
antes fue el blindado de una batería, y, seguro, un sanedrín;
hay platos por recoger en los balcones de la colina,
hay sillas, escobas y resplandor,
una sala de estar con las ventanas empañadas por las calderas del hospital,
matrículas de hojalata dobladas, pero sin destornillar.
La metrópolis batalló con la tormenta y está exhausta,
aceras doradas sobre los charcos de los desniveles,
el frío hurga en los deslices de mi ropa,
la mucosidad de la garganta engaña a mis amígdalas, absorbo sin absorber,
y un colchón de hojas secas disimula las marcas del tóxico que ahuyenta a las ratas.

Cada dios loado es un retrato del destino,
aquel que unos repudiamos y otros confían cambiar,
y que, en el fondo, es como un adolescente sin perspectiva atrapado por la melancolía,
esperando a la Historia y encontrando la historia que surge esperándola.

La variedad, efecto de un corazón curioso,
solo especiales cuando le dicen que sí;
no es menos verdad lo que observas si no lo compruebas,
y hay mucha cosa de muchas cosas,
aunque el cuento es el de siempre,
inmerso en mi guerra civil, no estoy a punto para una mundial:
el resultado sería del todo devastador.

He conocido un sexo que me daba de lado,
pero dicen que todo suele terminar en un festín de risas;
debí perder ciertas facultades en una indescifrable anomalía natal,
no me gusta demasiada gente, y la que me gusta no me gusta demasiadas veces.

Solo aspiro a seguir cuidando de la atención, de la palabra y de la austeridad,
y, cuando haya amor, no tardarán en formarse los anticuerpos,
este cáncer ya no me coge desprevenido.

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