viernes, 14 de septiembre de 2012

DIRECTO AL COSTADO

No sé si es una gran historia,
pero no te la han explicado,
me casé con ella para no suicidarme,
y no todo sale como está planeado,
viví a galope siete años,
la mitad de los que fui arrastrado,
mi doliente era excesiva,
su simplismo, de juzgado,
y, observando a una extraña desde la distancia,
con la cabeza apoyada en la butaca y el pelo abombado,
recordé su figura de espaldas,
la intensidad del color negro mojado,
golpeó estratégicamente,
directo al costado.

Como fuego para gasolina
borboteando de un coche volcado,
el amor es un agujero oscuro en el que metes el brazo
y saldrá mutilado,
desde entonces, tengo un contrato,
que una vez fue aceptado,
pero, después de tanto tiempo,
el chirrido de lo oxidado,
era un bote salvavidas,
y está agujereado,
mordiscos de entrometida emergencia,
siempre en el mismo costado,
no hay remedio al laberinto,
y es terreno vedado.

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