lunes, 10 de septiembre de 2012

EL SIGNO DE LOS TIEMPOS

Te sumerges en ti mismo,
y chapoteas entusiasmado cuando subes a respirar,
yo no puedo bañarme,
me ahogaría en el barro,
no sé si es algo innato
o culpa de la razón,
pero esta charca oscura se confunde en el caudal de la noche,
y no vivo entre sombras,
son asesinos abstractos,
insatisfacción parece, sensación de absurdidad es,
lejos de la cáscara del sosiego
enloquezco al no ingerir lo que debería asumir,
la congoja me autoconvence en las decisiones precipitadas,
nadie dijo que fuera fácil,
pero tampoco avisaron de lo difícil que es.

Siempre ocurre al hablar del abismo,
las palabras son las primeras en caer en él,
me palpo, buscando el 'off',
todo parecía bajo control,
y ¿qué pasa si cuentas con el futuro
pero el futuro no cuenta contigo?
que tú pierdes.
Ahueco el ala de esta realidad,
harto de que el absurdo se haya vuelto sensatez,
el signo de mi tiempo es un pulgar en descenso,
las arañas tejen su tela a mi alrededor,
grítame, ya que estás fuera de este caos, para que, al menos, lo identifique,
hay un pozo escondido bajo el manto del optimismo,
y descubres que era el abismo cuando das con el final,
pues, durante, crees estar volando.

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